Expolio.io🔎 La terminación de dominio de un pueblo oprimido
Expolio.io🔎 La terminación de dominio de un pueblo oprimido
Por Víctor Millán • Publicación #2 • Visualizar online
Tiempo de lectura 11’
Seguramente te hayas cruzado alguna vez por internet con una web cuya terminación de dominio es .io. Lo usan muchas startups porque en los últimos años se ha puesto de moda en el ámbito tecnológico… pero, ¿Y si te dijera que esa terminación de dominio está ligada con un pueblo que fue prácticamente obligado al exilio y con uno de los últimos resquicios del colonialismo?
Hola y muchas gracias por recibirme en tu buzón👋. Mi nombre es Víctor Millán, y esta es la primera edición regular de Tierra B, mi relanzada newsletter. Si este envío te pilla por sorpresa es porque no te llegó o no pudiste leer la presentación que mandé hace unos días.
Pero vamos con el lío de los dominios .IO. Antes, comentarte únicamente que he decidido incluir al final de cada envío una pequeña sección con interioridades sobre este proyecto. Lo dicho, sigamos con la historia.
Bienvenida/o a Diego García y al pueblo de Chagos
Como te contaba, la terminación de dominio .io es una de las que más han crecido en los últimos años. De las favoritas por parte de startups, desarrolladores y empresas de software por su analogía con I/O, la abreviatura usada en informática para input/output. En total hay más de 700.000 dominios .io registrados en el mundo y en Italia también es especialmente popular porque io significa “yo”.
Pero su ligazón con la tecnología es un puro constructo. Como .us, .es o .mx .io es un dominio de nivel superior geográfico o ccTLD, que se refiere a un lugar o territorito específico de la superficie de la Tierra. En concreto, al Territorio Británico del Océano Índico, un remoto cúmulo de pequeñas islas y atolones dispersos entre África y la India en medio del Océano Índico. Geográficamente es conocido como el Archipiélago de Chagos. Consta de siete atolones y más de 1.000 islotes diminutos y su isla más grande es Diego García.
Y sí, también es el lugar en el que se da uno de los últimos resquicios del colonialismo más puro.
Como su nombre indica, el Territorio Británico del Océano Índico (lo llamaremos Chagos desde ahora) sigue perteneciendo a los territorios británicos de ultramar y por lo tanto está bajo control del Reino Unido como herencia de su imperio índico.
Pero Chagos es un territorio sin su pueblo original. Sus pobladores, los chagosianos, un pueblo de unas 3.000 personas que llegaron como esclavos traídos por los británicos a la islas, ya no viven allí. Fueron expulsados. Ahora, están inmersos en un proceso judicial para reclamar no solo volver a sus islas, sino también parte del dinero que han conseguido varias empresas con la venta de los dominios con su terminación territorial.
La historia que nos lleva hasta lo que ocurre tras los .io comienza con una base militar durante la Guerra Fría
En 1962, Estados Unidos se puso en contacto con el Reino Unido para llegar a un acuerdo sobre una parte de las Islas Chagos. El archipiélago, bajo control británico desde 1814, estaban estratégicamente situadas para que los aviones estadounidenses repostaran en su camino hacia el sudeste asiático. El gobierno británico aceptó, y para despejar el camino a EE.UU., expulsó a los residentes nativos de las islas, un proceso que es una de las páginas escondidas de la historia. Buena parte de los habitantes de Chagos fueron a parar a las Seychelles o a Mauricio, donde sus descendientes siguen viviendo a menudo entre la clases más pobres.
Fruto de aquel acuerdo entre potencias, en 1965 Chagos obtuvo su nombre actual: Territorio Británico del Océano Índico. Se instaló la base militar todavía presente en Diego García. En 1967, cuando buena parte de los territorios de Ultramar se independizaron, como fue el caso de Mauricio, pero Reino Unido retuvo Chagos por su perfil estratégico.
Ubicación de la isla de Diego García
Esta herencia colonial ha seguido hasta hoy. En 2010, Chagos fue declarada zona protegida. Aquello se vendió como “la mayor reserva marina del mundo”… Pero un cable de Wikileaks publicado posteriormente reveló una comunicación ministerial británica en la que se decía que la reserva marina era “la forma más eficaz a largo plazo de evitar que cualquiera de los antiguos habitantes de las Islas Chagos o sus descendientes se reasentaran”.
¿Pero en qué momento todo esto conecta con los dominios .io? Para contar bien la historia hace falta volver también a los días en los que internet empezaba a fijar sus cimientos.
De Tuvalu a Chagos: cómo los dominios pueden cambiar el rumbo de pequeños países
Un grupo de refugiados chaguenses protestan en Londres
El profesor de la USC Jon Postel es el cocreador del origen de la actual infraestructura de dominios de internet. Tras comenzar con los génericos (.com, .net…) decidió que sería buena idea que cada país del mundo o territorio tuviera su propia extensión. En 1985, ya había asignado los tres primeros: .us (para Estados Unidos), .uk (para el Reino Unido) y .il (para Israel). Una década después, casi todos los países del mundo lo tenían.
Para gestionar estas extensiones específicas de países se necesitaba un administrador: alguien que vendiera los nombres de dominio, proporcionara apoyo técnico y se llevara una parte de los beneficios como compensación. Postel no pensó en conceder el poder administrativo sobre ellos a los gobiernos de cada territorio, si no que comenzó a darlos a los primeros que lo solicitaban. Postel gestionó durante años .us, y repartió lo de los principales países mayoritariamente entre colegas de universidades. Seguramente en ese momento no habría nadie más interesado o con conocimientos sobre ello. Era el espíritu de construcción de internet.
Pero eso, lógicamente, cambió.
En 1994, cuando ya había más de cien dominios de primer nivel específicos de cada país, Postel actualizó su política. Ahora los administradores de nombres de dominio específicos de un país debían tener al menos alguna conexión con los países en cuestión, se exigía llegar a un acuerdo con autoridades competentes (aunque no se especificaba que fueran los gobiernos) y también se exigía que al menos una persona involucrada en la entidad administradora de las terminaciones de dominio viviera en el país correspondiente.
El sistema no funcionó en muchos casos, con muchos empresarios occidentales consiguiendo gestionar las terminaciones de dominio de países en desarrollo. El .ly de Libia -ahora usado por ejemplo por bit.ly- fue a parar a un empresario británico que fingió vivir en Trípoli. Con el tiempo se dieron otros casos algo más adecuados: .tv, conocido por terminaciones para cadenas de televisión y ahora en auge gracias a Twitch, fue cedido por el gobierno de la también insular Tuvalu a una empresa externa -Verisign, una de las más grandes del sector- que le paga de media 5 millones de dólares anuales. No parece que sea demasiado comparado con la cantidad de dominios importantes que aloja, pero algo es algo.
Mientras Twitch.tv supone importantes ingresos para uno de los países en mayor riesgo de desaparecer a causa de la subida del nivel del mar por el Cambio Climático; Chagos no ve un centavo por todos los dominios .IO.
En los países con más peso las entidades gestoras tendieron a ser organismos sin ánimo de lucro dependientes del Gobierno. En 2001 el Departamento de Comercio de EE.UU. convenció a la empresa de Postel para que le cediera los privilegios administrativos. En España, por ejemplo, es Red.es, dependiente de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información (SETSI), la empresa que gestiona los dominios nacionales.
Eso, por supuesto, no pasó con Chagos y los .io.
El dominio .io fue delegado por la Autoridad de Asignación de Números de Internet (IANA, que entonces actuaba como entidad gestora a nivel global de dominios como ahora es la ICANN) al empresario británico Paul Kane en 1997 junto con los ccTLD .ac (Isla de la Ascensión), .sh (Santa Elena) y .tm (Turkmenistán). Kane los operó bajo su empresa, que se convirtió en una de las mayores gestoras de dominios de comienzos de los 2000: Internet Computer Bureau.
En 2017, vendió su empresa con la capacidad de gestionar los .io a otro proveedor de nombre Afilias que, tras un par de adquisiciones más, es filial a su vez actualmente de un grupo llamado Ethos Capital.
Según una entrevista realizada en 2014 en el blog Gigaom a Paul Kane, este afirmaba entregar parte de sus beneficios al Gobierno británico, para que a su vez los derivara a la administración del Territorio Británico del Océano Índico. Tras ser cuestionado a raíz de la entrevista, el Gobierno británico negó haber recibido fondos por la venta de nombres de dominio .io, y argumentó que, en consecuencia, los beneficios nunca habían sido compartidos con los chagosianos.
Actualmente, los chagosianos están pugnando a nivel legal por recuperar su territorio, conseguir su independencia y, de paso, también por obtener los fondos de los dominios .io.
En 2021, el Tribunal Internacional del Derecho del Mar de las Naciones Unidas dictaminó que el Reino Unido no tiene soberanía sobre el archipiélago de Chagos, y que la soberanía pertenece a Mauricio. Esto extinguiría el Territorio Británico del Océano Índico y puede que también el dominio .io si se extendiera la norma. El Reino Unido impugnó la sentencia y no reconoce la decisión del tribunal, por lo que es probable que se inicien nuevos procesos judiciales.
En julio de 2021, el Chagos Refugees Group UK presentó una demanda ante el gobierno irlandés contra los especuladores de nombres de dominio Paul Kane y Afilias, filial de Ethos Capital, solicitando la repatriación del dominio .io y el pago de los derechos atrasados por una estimación de 7 millones de dólares anuales generados por el dominio.
Tienes todos los links a fuentes con las que se ha construido esta historia aquí (necesitarás la extensión de navegador OneTab para verlas)
Y mientras, en la Tierra B...
Inicio esta cola final contándote por qué puse este nombre al proyecto. Como quizá sepas, esta newsletter es una evolución de otra anterior llamada Verde que estaba centrada en sostenibilidad. Verde se quedó en punto muerto en una época en la que no pude dedicarle tiempo, pero el gusanillo seguía por ahí dando vueltas.
Eso sí, quería que si hacía una nueva news pudiera acoger todos los temas que me interesaban. Y son muchos. En un principio se me ocurrió el nombre de Tierra 8 porque aglutinaba 8 intereses principales que tenía, y me daba algo de juego con la metáfora de una bola negra de billar.
Pero de repente, la opción de Tierra B, y buscar la cara B de las cosas, apareció, y me parecía más natural. Hasta el dominio estaba libre, e incluso me gustaba enfrentarlo a la frase de ‘No hay Planeta B’ que ya tanto se ha explotado comercialmente tras nacer como grito en las protestas ante la inacción contra el Cambio Climático.
En mi opinión, sí que hay Tierra o Planeta B: un lugar donde la gente está informada y practica el pensamiento crítico y la empatía a partes iguales. A ver si podemos contribuir a llegar hasta allí.
Y, una moraleja: no te obsesiones con los nombres de un proyecto. Si de verdad no te convence, dale un poco de aire, puede que aparezca un nombre luminoso y, sino lo hace, es que el que tienes es el bueno.
Nos leemos, si quieres. Y espero cualquier comentario, opinión o apunte con los brazos abiertos. Solo tienes que responder este mail. Estoy al otro lado.
Que tengas buen día.
Víctor
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Por Víctor Millán
Una newsletter para mirar la cara B de las cosas. Entiende mejor el mundo a través de historias (que pretenden ser) insólitas.
Cada 15 días, historias e ideas en la difusa intersección entre economía, tecnología, crisis climática, comportamiento humano, ética animal y ciencia-ficción con la sostenibilidad como fondo.
Si te parece un mejunje un poco raro también puede decirse que va sobre presentes insostenibles y futuros sostenibles. A largo plazo, todo es una cosa u otra.¯\_(ツ)_/¯
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